21 julio 2022

Ocho sentencias de muerte

 (Kind Hearts and Coronets, 1949)

 


3 de abril de 2022

Querido diario: 

Voy a serte sincero, pero no se lo cuentes a nadie: pese a su fama, aún no he visto la mayoría de los clásicos de los Estudios Ealing. De hecho, solo habré visto uno o dos. Otra asignatura pendiente que tengo para recuperar. Empiezo hoy mismo a ponerme al día con uno de sus títulos más reputados.

Los Estudios Ealing presumen de ser los estudios de cine más antiguos del mundo aún en activo. Inaugurados en 1902 en el distrito de Ealing, en el West London, sufrieron varios cambios de nombre hasta que, en los años 30, fueron bautizados con el que se hicieron populares. Evidentemente, en ellos se rodaban todo tipo de producciones, pero su fama mundial se debe, principalmente, a una serie de comedias realizadas en los años 50 y finales de los 40, en las que se satirizaba la sociedad británica de la época. Entre ellas, destacan "Oro en barras", "El quinteto de la muerte" o esta de la que hoy te hablo.

"Ocho sentencias de muerte" es el título que se le dio en España a "Kind Hearts and Coronets", es decir, "corazones amables y coronas" (o diademas). ¡Ejem! Cosas que pasan. Dirigida por el poco conocido Robert Hamer, adapta libremente una novela de Roy Horniman escrita a principios del siglo XX.

La historia comienza en prisión, donde Louis Mazzini D'Ascoyne, décimo duque de Chalfont (interpretado por Dennis Price), pasa su última noche escribiendo sus memorias antes de ser ejecutado, y provocando la admiración de carceleros y verdugo, debido a la extrema serenidad y entereza con la que afronta la situación (lo que viene siendo la famosa flema británica). El resto de la película, excepto el final, es un largo flashback en el que el duque cuenta su vida y obras. Gracias a él, sabemos que su madre, noble de nacimiento, fue repudiada por su familia debido a su matrimonio con un cantante de ópera italiano. Incluso al morir, se le niega la posibilidad de ser enterrada en el mausoleo familiar. El joven Louis decide vengarse asesinando a los ocho familiares que le preceden en la línea de sucesión al título de duque. Uno a uno va estableciendo contactos y liquidándolos de forma sistemática. A pesar de ser tan paciente y metódico, acaba siendo juzgado y condenado por el único crimen que no ha cometido, merced al despecho de una amante.

Con este argumento, podría construirse un thriller sobre un asesino en serie. Pero no. La película es una comedia (negra, muy negra, pero comedia), rodada con la elegancia y el buen gusto típicos de una película británica de los 40. Los crímenes son planificados y mostrados de forma cómica, provocando la sonrisa frente a la tragedia. Todos los parientes asesinados están interpretados por un mismo actor: el siempre competente Alec Guinness (sí, eso es, el coronel Nicholson de "El puente sobre el río Kwai").

El guion funciona con la exactitud de un reloj suizo, hilvanando con precisión la historia del nuevo duque en una narración sin mella alguna. Al mismo tiempo, disecciona y critica (no de forma abierta, pero sí solapada e irónicamente) la sociedad británica de la época: las jerarquías, las diferencias sociales, las apariencias, la pena de muerte... Muchas veces esa crítica se da a través de los detalles, como al comienzo, cuando llega el verdugo e intenta averiguar cómo debe dirigirse al conde, contento de poder usar por fin la cuerda de seda y no la soga habitual. Y, por supuesto, a través de ese clan de excéntricos aristócratas que viven como les viene en gana, tranquilos y seguros de sí mismos, con la seguridad de que su cuna les respalda. Eso sí, la hipocresía, el chantaje o los más bajos instintos siempre se ejecutan con educación y exquisitez.

Las interpretaciones también contribuyen, en gran medida, a la notable calidad del film: Price está impecable dando vida al cínico protagonista, mientras que Guinness borda (como es habitual en él) cada uno de sus personajes. Asimismo, el resto del reparto está a la altura esperada.

Aunque no voy a desvelarte el final, querido diario, sí te contaré, como anécdota, que en Estados Unidos hubo que añadir un plano de unos pocos segundos a la secuencia final, para mostrar que el asesino recibiría su justo castigo, ya que la película original dejaba en el aire un importante detalle, dando lugar a una cierta ambigüedad. Solo de ese modo, la censura dio su aprobación para su estreno en USA.
 
Una comedia perfecta e inteligente, repleta de mala idea y socarronería, que se sigue con interés y con una sonrisa permanente en los labios y en el cerebro.
 
Y después de ver esta gema, querido diario, me pregunto si podré, algún día, volver a ver aquella otra joyita de la Ealing titulada "Passport to Pimlico".
  
  
Calificación: 9/10
Recomendación: Excelente. Una cinta aún a descubrir por mucha gente.
 
 
Dirección: Robert Hamer
Nacionalidad: Reino Unido
Género: Comedia
     Duración: 106 minutos

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