(Rope, 1948)
Querido diario:
He debido de ver esta película cuatro o cinco veces. La primera vez fue en 1990, en el ciclo dedicado a Alfred Hitchcock que emitió TVE los martes en su primera cadena. En ese extraordinario ciclo descubrí la mayoría de las películas americanas del maestro.
Es una rareza por la forma en la que está realizada, en un (teórico) único plano secuencia. Es decir, filmada sin parar la cámara. Lo habitual en el cine es que se graben diversos trocitos (planos) y la cámara corta cada vez que se graba un nuevo plano; luego se montan formando las diversas escenas y secuencias de la película. Un plano secuencia es el que está grabado del tirón: la acción transcurre y la cámara se mueve siguiéndola, pero sin parar la grabación. Los planos secuencia suelen llamar la atención del aficionado al cine porque no son algo habitual, son más bien un alarde técnico del director, ya que su rodaje suele ser bastante complicado. No obstante, hay directores que los han usado habitualmente (caso de Luis G. Berlanga) y hay algunos muy famosos, como el inicio de "Sed de mal" de Orson Welles. Pues bien, "La soga" está rodada íntegramente en un único plano secuencia. Al menos teóricamente, porque, la realidad es que es imposible hacerlo, ya que los rollos de película duran unos 8-10 minutos. Y claro, cuando se acaba un rollo hay que parar la grabación para poner otro. Por eso, Hitchcock lo que hizo fue llevar la cámara hacia un lugar neutro (una pared, la espalda de un actor...), cada vez que se acababa un rollo. De ese modo, podía empalmar con el siguiente, comenzando desde el mismo punto, sin que se notase el truco.
Esta técnica era lo que más me gustaba y llamaba la atención de esta película. Vista hoy, he de decir que no me interesa tanto, que cada vez que la cámara se va a una espalda o una pared, queda un poco rarito. De hecho, nadie se ha atrevido a repetir la hazaña. En cualquier caso, tampoco es algo que moleste en su visionado. Más que nada, es una mera curiosidad.
"La soga" fue la primera película en color de Hitchcock y su primera colaboración con James Stewart. Su rodaje fue posible porque Hitchcock montó su propia productora independiente con la que tener libertad absoluta para rodar sus proyectos.
Narra la historia de un asesinato (¡qué sorpresa, siendo Hitchcock!): dos jóvenes (John Dall y Farley Granger) matan a un compañero estrangulándolo con una soga para experimentar qué se siente y porque consideran que ellos pertenecen a una clase intelectualmente superior y, por tanto, pueden disfrutar del privilegio de eliminar a gente inferior. Para redondear su acción, esconden el cadáver en un arcón sobre el que sirven la cena de una pequeña fiesta a la que han invitado a su antiguo profesor (James Stewart, quien les habló de esas ideas sobre la superioridad) y a la novia y los padres del muerto.
La obra teatral tenía un alto contenido homosexual. Trataba de dos homosexuales que cometían el asesinato para demostrar su superioridad a un antiguo profesor que también mantuvo relaciones con ellos. Evidentemente, esto no podía mostrarse en el cine de la época, por lo que muchas de esas connotaciones quedaron suprimidas en el guion. La elección de James Stewart, la encarnación del ciudadano medio americano honesto y familiar, también ayudaba a alejar esa sombra del protagonista. No obstante, algo de ello se desprende aún de la relación de los dos jóvenes que comparten apartamento, y a pesar de que nos digan que uno de ellos mantuvo una relación con la actual novia del muerto.
La idea de Hitchcock no era tratar las peligrosas ideas de los jóvenes protagonistas: su uso se limita a constituir las equivocadas motivaciones de los personajes. De hecho, se pone de manifiesto que ni siquiera su profesor cree realmente en ellas, cosa que él mismo les confiesa al final, pero que también se deja entrever durante toda la película en el trato de Stewart con la sirvienta, un divertido y entrañable personaje, tratado con distancia o condescendencia por el resto de asistentes, pero que sí merece la atención y las confidencias de Stewart, quien la trata como un igual.
Lo que verdaderamente interesaba a Hitchcock era... el suspense. Para él, el suspense consistía en dar a conocer al espectador algo que los personajes ignoran. Lo explicaba así en "El cine según Hitchcock", el conocido libro-entrevista de François Truffaut:
“La diferencia entre el suspense y la sorpresa es muy simple […] Nosotros estamos hablando, acaso hay una bomba debajo de esta mesa y nuestra conversación es muy anodina, no sucede nada especial y de repente: bum, explosión. […] Examinemos ahora el suspense. La bomba está debajo de la mesa y el público lo sabe, probablemente porque ha visto que un anarquista la ponía. El público sabe que la bomba estallará a la una y sabe que es la una menos cuarto (hay un reloj en el decorado); la misma conversación anodina se vuelve de repente muy interesante porque el público participa en la escena. […] En el primer caso, se han ofrecido al público quince segundos de sorpresa en el momento de la explosión. En el segundo caso, le hemos ofrecido quince minutos de suspense.”
Una recomendación: ver también el antiguo tráiler de la película (a la venta en Youtube), muy curioso y divertido. Si en la película, el fallecido aparece solo en la primera escena, mientras está siendo estrangulado y, por lo que sea, no tiene diálogo, en el tráiler podemos verlo mantener la última conversación con su novia, mientras nos anuncian su destino. Una promoción mucho mejor que, simplemente, pegar cachos de la película.
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