06 agosto 2022

Los niños del Brasil

 (The Boys from Brazil, 1978)

 

1 de agosto de 2022

Querido diario: 

Deseaba volver a ver esta película con tranquilidad. La única vez que la había visto fue en clase, en 2004, para ilustrar el tema de la clonación y la ética en ingeniería genética. Troceada en dos o tres veces y acompañado de un montón de zangolotinos a los que no les interesaba y no paraban de hablar y quejarse, su visionado no fue, precisamente, placentero y atento. (Por cierto, que el curso siguiente cambié de película: "Gattaca" cumple el mismo objetivo y es mejor recibida).

El argumento está basado en una novela de Ira Levin y trata el tema del nazismo y la posible resurrección de Hitler o, mejor dicho, de su clonación con la ayuda de los avances genéticos producidos en esas décadas. Para ello, se recurre a otro personaje histórico: el médico y oficial de las SS, Josef Mengele, conocido por los experimentos que realizó con prisioneros en el campo de concentración de Auschwitz y firme partidario de la solución final. Su brutal sadismo y absoluta falta de empatía eran mejor conocidos que sus crueles investigaciones. Mengele huyó a Sudamérica tras la guerra y murió en 1979 (un año después de estrenarse esta película y tres años después de publicarse la novela).

La película comienza con un joven investigador (Steve Guttenberg, que se haría muy famoso en los años 80 con las locas academias de policía), que descubre en Paraguay extraños movimientos de importantes cargos nazis afincados en Sudamérica. Con ayuda de un micrófono que consigue inflitrar en una importante reunión presidida por Josef Mengele (Gregory Peck), descubre que el plan para establecer un IV Reich pasa por asesinar, en fechas concretas, a 94 padres de familia de 65 años con un trabajo burocrático que viven en diversos países del mundo. El joven hace partícipe de sus investigaciones a un anciano cazador de nazis (Laurence Olivier), quien las ignora y no les presta atención hasta que el joven es asesinado. Desde ese momento, y haciendo uso de sus contactos con agencias de noticias, el anciano comienza a reunir información de personas con esas características fallecidas de modo no natural y acude a visitar a un par de viudas. Le sorprende descubrir un patrón común: amas de casa, rubias, que miman y consienten a su único hijo, y mucho más jovenes que el marido. Pero su mayor sorpresa es que los hijos adolescentes de ambas viudas, de países diferentes, son absolutamente idénticos. Una de ellas le comenta que el niño es adoptado y le fue entregado por una criminal de guerra nazi (Uta Hagen), que él ayudó a encarcelar y a la que acude a interrogar en prisión. Con la promesa de ayudarla para una reducción de condena, la criminal le revela que trabajó en un programa de adopciones para una agencia nazi y que, en un periodo muy concreto, entregó en Estados Unidos varias decenas de bebés, que le traían de Brasil, a parejas que cumplían un perfil muy definido. El anciano cazanazis descubre a otra pareja que también adoptó en dicha época y, cotejando fechas, supone que el marido será asesinado próximamente. Al mismo tiempo, visita un instituto de biología en Viena, donde un joven doctor (Bruno Ganz) le descubre lo que es la clonación, sus posibilidades y limitaciones. La reflexión sobre todo ello le lleva a concluir que Mengele lleva décadas planificando un experimento a gran escala para clonar a Hitler. Entretanto, las pesquisas y visitas del anciano no han pasado desapercibidas para la organización nazi que está apoyando el proyecto de Mengele, y decide abortarlo enviando a su responsable de seguridad (James Mason) a la selva brasileña, donde vivía oculto inmerso en sus investigaciones, con la orden de quemar su casa y laboratorio, para destruir las huellas de sus actividades. Pero Mengele, decide continuar el plan por su cuenta y asesinar él mismo al siguiente nombre de la lista.

Desde luego, la historia parece, y es, enrevesada, pero, narrativamente, la película está contada con eficacia y simplicidad. Valga como ejemplo de ello, la breve escena de la entrevista con el biólogo, donde en muy pocos minutos, se resume de manera sencilla y comprensible el tema de la clonación, asunto que puede ser el más alejado y de difícil entendimiento para el público normal. En esa misma escena se desvela también otro de los puntos clave de la trama: la necesidad de recrear un ambiente similar en el que crezcan esos niños. Como decimos en biología, el fenotipo es consecuencia de un genotipo y de un ambiente. Es decir, lo que un ser vivo es en cuanto a físico y comportamiento es consecuencia, no solo de los genes que porta, sino también de la influencia que el medio, el ambiente, tiene sobre esos genes. Esto explica por qué Mengele, además de crear embriones con la misma información procedentes de unas muestras de tejido adulto del propio Hitler y, por tanto, con sus mismos genes, trataba de que sus creaciones fueran adoptados por parejas que guardaran similitud con la vida y el ambiente del Fuhrer, y para ello se recrean las condiciones socio-culturales en las que éste vivió: padres autoritarios y cincuentones con un trabajo burocrático, madres veinte años menores que el marido y amas de casa, etc. Y, claro está, los padres debían morir cuando cada niño tuviese la edad a la que Hitler perdió al suyo. Una excelente idea que, evidentemente, parte de la novela, pero a la que la película da verosimilitud, desde un punto de vista científico, con la inclusión de esa escena y el breve documental que el médico proyecta para el anciano judío. Llama la atención, hoy día, que la película describa con detalle la clonación de un conejo adulto, dieciocho antes de que se lograra clonar al primer mamífero, la oveja Dolly, mediante ese método.

Aunque, evidentemente, podríamos encuadrarla en la ciencia-ficción, la película está estructurada como un thriller, en el que acompañamos al protagonista en su descubrimiento de nuevas pistas hasta llegar al clímax final. El responsable de la misma es Franklin J. Schaffner, autor de éxitos anteriores como "El planeta de los simios" o "Patton". En este caso se hace cargo de una película más bien modesta, lejos de aquellas grandes superproducciones de Hollywood. Quizá sea esa falta de presupuesto lo que pesa un poco en el resultado final del film, por lo demás interesante. Creo que hay varias escenas de las que podría haber sacado mayor partido para crear una atmósfera más terrorífica, a pesar de que el horror y el desasosiego ya está latente en ellas. Una de ellas es la fiesta del partido nazi en la que Mengele descubre que han decidido cancelar su proyecto, con todos esos nazis vestidos de etiqueta y las banderas con la esvástica colgando por todos sitios, que daba para mostrar, aún más, el fanatismo de sus miembros. Otra (u otras) son las escenas en el laboratorio de Mengele en plena selva, con todos esos extraños indígenas deambulando por allí y que, claramente, son producto de los experimentos del médico. Destaca una escena bastante notable y espectacular en lo alto de una gran presa, perdida en la solitud del paisaje sueco, en la que uno de los asesinos se encuentra con un viejo compañero de guerra. Por otro lado, puede que para el espectador actual, la trama se desarrolle a un ritmo algo lento, pero no resulta en absoluto aburrida. En cualquier caso, es una película con un planteamiento perturbador, que sigue siendo interesante hoy día tanto por su trama y resolución, como por su carácter casi visionario desde el punto de vista meramente científico.

Los actores están bastante convincentes en sus papeles, siendo los protagonistas dos grandes de Hollywood hacia el final de sus carreras. Gregory Peck está perfecto interpretando al cruel médico nazi con un cierto acento alemán. Sorprende verlo en un papel de "malo", o más que, simplemente, de malo, de "peor". De otra parte, Laurence Olivier interpreta al viejo judío que ha dedicado su vida a perseguir nazis. Quizá ambos pecan de un cierto histrionismo en esta cinta, cosa que se les puede perdonar dados los personajes extremos que interpretan, y que, a su edad, ya no tenían que venir a demostrar nada. Además del evidente antagonismo entre ambos, se les ha dotado de ciertos paralelismos que resultan interesantes: ambos son personas ya maduras hacia al final de sus vidas, con una clara obsesión por lo que hacen, que se encuentran casi solos y sin apoyos (el uno dedicado a una labor, la caza de nazis, que ha perdido popularidad treinta años después del final del III Reich, y el otro enfrascado en un proyecto que ni siquiera termina de convencer a sus propios compañeros de partido), y ambos están dispuestos a jugarse la vida por terminar una labor en la que creen. Resulta también bastante morboso verlos en el desenlace enfrentándose a mordiscos y tirones de pelo. El tercer gran actor que podemos ver es el gran James Mason, en varias breves escenas, que dejan un sabor de boca algo amargo al verlo desaprovechado en un papel tan breve y poco agradecido o memorable.

Un par de anécdotas para acabar: Laurence Olivier, que hace aquí el papel de un cazador de nazis, interpretó solo dos años antes en "Marathon Man" a un doctor nazi que traía a la memoria al sádico Mengele. El actor Bruno Ganz, el joven biólogo que explica a Olivier lo que es la clonación y que afirma en la película que no le importaría estudiar a dos clones idénticos de Hitler, interpretaría mucho tiempo después al mismísimo Adolfo en "El hundimiento". (Anota, querido diario, volver a revisar la primera y ver de una vez la segunda).

    
Calificación: 7/10
Recomendación: Para amantes de intrigas y de ciencia-ficción bien pegada a la ciencia.
 
 
Dirección: Franklin J. Schaffner
Nacionalidad: Reino Unido / EE.UU.
Género: Thriller / ciencia-ficción
     Duración: 125 minutos

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