(The Major and the Minor, 1942)
Querido diario:
Al fin he conseguido ver la primera película de Billy Wilder. Bueno, en realidad, no es la primera-primera, porque previamente codirigió otra en Francia en los años 30. Pero sí es la primera que firmó en solitario y la primera que hizo en Hollywood, donde desarrolló su carrera como cineasta. La tacho de la lista. Me faltan cinco o seis para completar su filmografía. Como ves, a veces, me tomo el cine como coleccionar cromos.
Se trata de una comedia, como ya el propio título sugiere. Una comedia de enredo que, vista hoy, sigue resultando divertida y entretenida, con momentos muy ingeniosos, aunque creo que, en otra época posterior, Wilder habría sacado más partido de ese mismo argumento.
Es la historia de una joven, Susan (interpretada por Ginger Rogers sin Fred Astaire), quien, harta de soportar los continuos acosos de los hombres en Nueva York, decide regresar a su pueblo con su madre. Para una emergencia así, tenía ahorrado el dinero del billete de vuelta. Pero las tarifas han subido y no tiene más dinero. Observando a la gente en la estación, se le ocurre hacerse pasar por una niña adoptando la indumentaria, voz y gestos para aparentar doce años y pagar solo un billete infantil. Dicho y hecho, no sin cierta dificultad, consigue subir al tren, donde los suspicaces revisores la acaban descubriendo fumando al final del mismo. En su huida acaba en el compartimento de un apuesto e inocente oficial del ejército (Ray Milland) que la toma por una chiquilla y la oculta y le permite pasar la noche en la otra litera. Retenido el tren por una tormenta, la novia del oficial (Rita Johnson) acude a buscarlo en coche a la mañana siguiente y descubre a la "niña" en la litera. El oficial decide poner a la niña bajo su protección y regresa a su residencia en la academia militar dispuesto a aclarar lo sucedido ante su novia y el padre de esta, otro oficial del ejército, al tiempo que cuida de Susan durante el fin de semana, antes de enviarla de nuevo con su madre. En dicha estancia, la joven será puesta bajo la custodia de los jovencísimos y apasionados cadetes.
Esta comedia de equívocos da pie a dobles sentidos con connotaciones sexuales, siempre en situaciones aparentemente inocuas (valga como ejemplo la escena en el compartimento de tren), y a jugar con la doble moral, algo que le encanta a Wilder y que queda patente en el film, aunque no de modo explícito, al bordear la pedofilia con esa atracción hacia una niña (¿anticipo de Lolita?), aunque sea una adulta en la película (pero el protagonista no lo sabe). También para mostrar la desatada libido de todos esos cadetes adolescentes (estos sí), que intentan cortejar a la invitada con sus bien aprendidos comentarios y opiniones militares sobre la línea Maginot. Pero todo ello tratado con la sutileza y el buen gusto del Hollywood clásico.
El único problema de la película es la actriz protagonista. Ginger Rogers estaba en ese momento en el cénit de su carrera. Hacía solo poco más de un año que había conseguido el Oscar por "Espejismo de amor". Y realmente se defiende bien imitando gestos infantiles o cambiando su registro vocal para hablar como una niña, la joven que era o, incluso, una anciana. Los cambios de vestuario la ayudan, evidentemente. El problema es que Rogers tenía ya 30 años. Por mucho que la disfracen o que interprete, cuesta mucho trabajo verla o confundirla con una chiquilla. Es un error de casting. En ese momento una actriz más del tipo de Judy Garland habría sido ideal para el papel.
El único que es incapaz de ver la edad de Ginger Rogers es el inocentón de Ray Milland, que tarda toda la película en darse cuenta. Me ha sorprendido verlo tan joven que casi no le reconocía. Y eso que solo tres años después rodaría la magistral "Días sin huella" (también con Wilder), donde ya lo veo "como siempre". Milland está bastante convincente en ese papel de hombre aturdido por las circunstancias, que no entiende la atracción que siente hacia esa niña y trata de evitarla, mientras adopta el rol de padre protector. Esa disyuntiva, claro está, será aprovechada en varias escenas del guion y dará pie al desenlace del film.
Por último, decir que los directivos de la Paramount que habían accedido a que Wilder, un guionista, dirigiera esta película solo por pesado, se encontraron con una película que fue bien acogida y tuvo cierto éxito, por lo que no pudieron negarse a que dirigiera nuevas películas. Gracias a eso, nació una leyenda del cine. Para mí, uno de los dos o tres mejores directores de la historia.
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