(Grease, 1978)
Querido diario:
Ahora que estamos los dos solos y nadie tiene acceso a nuestra intimidad, te voy a confesar algo que jamás había contado a nadie: nunca antes había visto "Grease". Sé que muchos de los que me conocen se sorprenderían de saberlo, pero es así. Siempre he evitado comentarlo.
Cuando, esta tarde, he sabido del fallecimiento de Olivia Newton-John, me he apresurado a buscar la copia que tenía guardada y aún precintada y, por la noche, he perdido mi virginidad respecto al film (lo mismo que deseaban hacer respecto al sexo, los, ya talluditos, adolescentes de la película). Así, me he obligado a un visionado que tenía pendiente desde siempre, a modo de personal homenaje a la actriz y cantante. Posiblemente, alguna televisión hará lo mismo durante la semana.
Debo reconocer que, al terminar de verla, tengo sentimientos muy encontrados sobre ella: hay aspectos que me gustan mucho y otros que no. Pero, como diría Jack el Destripador, vamos por partes.
Dicho así, hasta parece que hay un argumento coherente a lo largo de toda la película. Pero no es así. Todo eso está, en realidad, deslavazado a lo largo del film. Hacia mitad de la película comencé a aburrirme (mala seña) y no volví a engancharme realmente hasta el número final. Bueno, en realidad me iba reenganchando en cada número musical, que disfruto en sí mismo, aunque el conjunto me canse. No, no es solo que ese argumento sea una gran cursilada (la película lo es, de principio a fin, desde los besitos en la playa, hasta que salen volando en el coche). Una historia boba puede dar lugar a una buena película, si está bien realizada y hay un guion que unifique de forma acertada todos los elementos y les dé verosimilitud. Aquí, solo veo una amalgama de escenas, de ideas y de números musicales, puestos una detrás del otro. No veo verdadera tensión entre los personajes. Es decir, falta un guion que dé auténtica unidad a todas esas escenas, y, sobre todo, que dé entidad y auténticas motivaciones a esos personajes (simpáticos, pero anodinos) al tiempo que guíe sus acciones de forma convincente e interesante. Tal como está concebido es un guion bastante endeble, con personajes que son simples bosquejos, sin profundidad alguna. No basta con dar un par de brochazos para que parezca que todo luce maravillosamante: hay que "engreasear" todo el mecanismo para que la acción fluya de modo continuo y no a borbotones. No basta, por ejemplo, con que Danny dé un tropezón en la pista de atletismo, para que Sandy se precipite hacia él y abandone al otro. No basta con meter una escena solo por hacer bonito (o bulto), aunque paralice o ralentice la (ya escasa) acción, como el número de "Greased Lightning" donde fantasean con el coche que van a construir, o el "Beauty School Dropout" en el que Frenchy fantasea con su ángel de la guarda que le dice que vuelva al instituto. Por cierto, tampoco entiendo qué aporta el hecho de que una televisión acuda al baile del instituto.
Por otro lado, veo un problema común a muchas películas, sobre todo de una cierta antigüedad, en las que se escogen a intérpretes que superan (y con mucho) la edad de los papeles que interpretan. ¿Has visto algún adolescente en esta película? El más jovencito (casi) es John Travolta, que tenía ya 24 tacos (¡ya no era adolescente, por mucho que insistas!). Newton-John tenía 30 y Stockard Channing (Rizzo) contaba con 34 añazos. El resto estaban entre esos dos límites. Sí, vale, reconozco que hay química entre los dos protagonistas, en especial en los números musicales, y que Stockard Channing destaca sobre el resto del reparto. Esto último no me extraña: ya había comprobado en otras películas posteriores que es muy buena actriz.
Luego está la parte positiva: siempre me han encantado las canciones de esta película. Todas. Incluso las que se oyen de fondo porque suenan en una radio o porque ambientan el baile. Los números musicales están muy bien realizados. Cada uno de ellos es un acierto. Las coreografías (obra de Patricia Birch) son espléndidas y, muchas de ellas, complicadas, con numerosas bailarines en plano y con acciones de distintos actores que se suceden delante de la cámara sin cortar el plano y mientras hay gran actividad de fondo. En todas esas coreografías, hay una explosión de energía que se transmite a través de la pantalla y te levanta el ánimo, cualquiera que sea éste. Sin duda, son los números musicales los responsables del éxito de esta película (todo un honor para un musical).
La fotografía es magnífica a la hora de realzar una llamativa decoración vintage, como se dice hoy día. A veces con un sorprendente y divertido toque kitsch, como en la ya comentada canción "Beauty School Dropout" con el cantante Frankie Avalon, nada menos, apareciéndose a la soñadora Frenchy. Las imágenes destilan alegría a través de la luminosidad y el colorido. En este sentido, la atmósfera que se deseaba conseguir está realmente lograda, recreando el aspecto ingenuo y naíf de los años cincuenta: los coches, la cafetería, el parque de atracciones...
Merece ser también destacada, la secuencia de los créditos iniciales, realizada con dibujos animados. Resulta simpática y va muy bien con el tema musical "Grease" que la acompaña. Es poco frecuente realizar una secuencia de animación para los créditos de una película. ¿Cuál fue la vez anterior? ¿"La Pantera Rosa"? No sabría decirlo. También los créditos finales están bien diseñados, imitando un álbum de fotos de instituto.
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